Chequeos médicos preventivos
Escrito por Fidel Fuentes
Jefe de Servicio de la Unidad de Urgencias de la Clínica IMQ Zorrotzaurre de IMQ

Para “Gozar de buena salud” la medicina preventiva y los chequeos médicos juegan un papel fundamental. Las exploraciones preventivas son imprescindibles para valorar los posibles factores de riesgo cardiovasculares y el estado general de salud de las personas, y para detectar o prevenir posibles patologías que podrían no generar síntomas o no ser visibles a simple vista.
La frecuencia y el tipo de pruebas dependerá de ciertos factores, como los antecedentes familiares, la edad, el sexo o el estilo de vida, pero en el caso de las personas aparentemente sanas, se podrían resumir de la siguiente manera:
En la adolescencia
Las personas sanas entre los 15 y los 20 años, en principio, no deberían preocuparse en exceso por los chequeos preventivos, salvo que tengan antecedentes familiares de alguna patología, en cuyo caso el médico podría considerar necesario solicitar algunas pruebas.
A los 20 y 30 años
Es recomendable realizar una analítica de sangre cada tres o cuatro años para controlar las defensas —los leucocitos—, los niveles de azúcar y el hierro; y para ver si existen dislipemias, es decir, alteraciones en los niveles de lípidos en sangre, como colesterol o triglicéridos. En las personas sexualmente activas también se aconsejan pruebas de ETS (enfermedades de transmisión sexual), así como pruebas de esfuerzo para los deportistas de alto rendimiento.
También sería aconsejable acudir al dentista cada año y al oftalmólogo cada dos. Y en el caso de las mujeres de entre 25 y 35 años está indicada una revisión ginecológica con citología cada tres años. A partir de los treinta la frecuencia sería, en principio, la misma, aunque es recomendable prestar más atención también a las manchas y los lunares de la piel.
Asimismo, cada vez hay más personas que optan por utilizar dispositivos inteligentes —como relojes, smartbands, oxímetros, etc.— para medir ciertas características, y si bien es una elección personal, estos no deberían sustituir en ningún caso la exploración médica profesional
A los 40 años
Salvo que haya antecedentes familiares, bastaría con realizarse un chequeo médico cada dos años, y visitar al oftalmólogo anualmente, ya que en esta etapa suele empeorar la vista y aparecer la presbicia. Las mujeres también deberían estar atentas a cambios en su menstruación y posibles alteraciones de los ovarios.
A los 50 años
Cuando superamos la barrera de los 50, aumenta la prevalencia de los tumores, por lo que hay que realizarse cribados de cáncer de mama, cérvix, colon, próstata y pulmón —en el caso de los fumadores—, según el sexo y las indicaciones del médico.
También hay que prestar especial atención a la hipertensión y las dislipemias, para que no deriven en problemas cardiovasculares, y se aconseja realizar un chequeo y una analítica anual. Asimismo, tampoco estaría de más vigilar el oído, ya que es la edad a la que empiezan a perderse facultades.
A los 60 años
En esta etapa, hay que seguir con los controles anuales, y revisarse con frecuencia la vista, el oído y la salud bucodental. También hay que prestar atención a las medicaciones que se tomen para enfermedades crónicas, para asegurarse de que no estén afectando el correcto funcionamiento de nuestro organismo.
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