Cultura preventiva frente al riesgo laboral: el comportamiento de las personas
Escrito por Jose Antonio Carrasco
Director Técnico IMQ Prevención

En el ámbito de la Seguridad y Salud de las organizaciones es frecuente la utilización de indicadores que nos permitan monitorizar por medio de números nuestro éxito o fracaso, utilizando índices de frecuencia, gravedad, incidencia, etc., y así, compararnos con el resto del sector, competencia o empresas de un grupo industrial. Esta práctica de actuación reactiva puede derivar en una actitud equivocada en la eliminación del riesgo si nos olvidamos del aspecto psicológico del comportamiento de las personas trabajadoras.
Las organizaciones que ponen en marcha estrategias en Cultura Preventiva han superado las dos primeras fases, en la evolución de la prevención. La fase “Tecnológica”, es decir, equipos de trabajo y métodos adecuados, y la fase de “Gestión”, es decir, disponen de sistemas de gestión integrados, incluso certificados por organismos externos en base a normas como la ISO 45001.
Esta evolución en el control y mejora de la Seguridad y Salud en el trabajo que podemos denominar Cultura Preventiva implica una actitud colectiva de compromiso y liderazgo de la dirección, responsables y personal trabajador, y necesita de un enfoque diferente, por medio de metodologías de intervención psicosocial en prevención de riesgos laborales para mejorar el comportamiento inseguro de las personas.
Desde hace muchos años, y en la actualidad, con investigaciones como (Geller, 2005) (Domja, 2007), disponemos de principios y metodologías que nos permiten intervenir en la actitud de las personas, denominadas Seguridad Basada en el Comportamiento (SBC). En ningún caso la SBC debe sustituir a las actuaciones propias del sistema de gestión que tengamos implantado en nuestra empresa, sino que debe servir para mejorar la eficacia de este si se integra dentro de los planes y programas de la actividad preventiva.
Además, este cambio en el comportamiento de las personas permite llegar más allá del ámbito laboral, mejorando así la cultura de prevención en el entorno social.
Por tanto, la psicología nos puede ayudar a prevenir los accidentes laborales, partiendo del componente humano que forma parte en su origen (el factor humano del suceso), mediante la puesta en marcha de metodologías de intervención en el comportamiento de las personas.
El modelo de gestión de la SBC se fundamenta en la “Teoría Tricondicional del Comportamiento Seguro” (Meliá, 2007), la cual plantea que, para que una persona trabaje de forma segura se deben dar tres condiciones y sus factores:
Poder trabajar seguro:
- Los métodos de trabajo son seguros
- Se dispone de protecciones colectiva e individuales adecuadas
- Las instalaciones y los equipos de trabajo son razonablemente seguros
- El medio ambiente (condiciones higiénicas, físicas, químicas y biológicas) es razonablemente seguro
Saber trabajar seguro:
- Conoces los métodos de trabajo seguros
- Conoces los riesgos y las medidas de actuación
Querer trabajar seguro:
- Tener motivos internos y externos para trabajar seguro
Este modelo aplicado en un entorno de trabajo permite evaluar el riesgo por medio de técnicas de diagnóstico, así como, establecer planes de acción e intervención.
Por desgracia, en la actualidad muchas organizaciones siguen ancladas en la primera condición por medio de una visión errónea de la relación entre la ingeniería y el comportamiento humano. “Si la máquina y el sistema están bien diseñados para trabajar seguros, entonces se trabajará seguro”. Si tomamos esta premisa de forma estricta nos olvidamos que en muchas ocasiones el comportamiento humano, hace que un sistema sea seguro o inseguro. Por ejemplo, todos los sistemas automáticos obligatoriamente requieren de un control y mantenimiento que implica una participación del factor humano. Siempre nos cuestionamos la fiabilidad de un avión, y dejamos de hacerlo cuando nos demuestran los controles a los que se somete a la nave y a la tripulación.
El art. 15 de la LPRL, en los principios de la acción preventiva, se pone de manifiesto el foco en “evitar el riesgo en el origen sustituyendo lo peligroso por lo menos peligroso”, es decir, centrándonos solo en esta primera condición.
Si analizamos la segunda condición, saber trabajar seguro significa que todos los empleados necesitan formación específica en su puesto de trabajo e información sobre los riesgos y las medidas que debe adoptar, que al final es dar cumplimiento a un requisito legal, artículos 18 y 19 de la LPRL. Esta formación e información no es solo un derecho del personal trabajador, es también una condición necesaria para que las personas trabajen con seguridad.
La formación e información nos puede ayudar a conseguir:
- Identificar los riesgos propios de la empresa y sector
- Las buenas prácticas y métodos de trabajo
- Saber la mejor forma de controlar y minimizar la exposición al riesgo
- Uso adecuado de los sistemas de protección colectiva e individual.
- Saber como actuar en caso de que se materialice el riesgo, es decir, conocer las medidas y los recursos de actuación ante emergencias.
- Incluso actuaciones de control para evitar impacto en el medio ambiente
Pero ¿es suficiente evitar el riesgo en su origen y conocer los riesgos y las medidas de actuación necesarias?
Aquí es donde debemos introducir la Psicología de la Seguridad, ya que, aunque la información y la formación son métodos de intervención directa en las personas, no son la única prescripción para combatir el origen de muchos sucesos que ocurren en la actualidad. Para que las personas se comporten de modo seguro, además de saber hacerlo, deben “querer hacerlo”, y por tanto, tener motivos para comportarse de modo seguro.
La motivación es la tercera condición, y la más compleja de implantar, por la multitud de factores que influyen en el comportamiento, tanto externos, los que podemos observar en el desempeño, como los internos que afectan directamente a la psicología de la persona.
Las metodologías de intervención denominadas Seguridad Basada en el Comportamiento son la respuesta adecuada para actuar en la tercera condición, y con ello conseguir que las personas “hagan lo que saben que deben hacer, en las condiciones en que pueden hacerlo”.
Con la SBC tenemos por delante un amplio abanico de metodologías que impactan en la persona y tienen por objetivo conseguir el cambio en el comportamiento por medio del “refuerzo positivo” como herramienta esencial de la Psicología del aprendizaje.
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